Para volver a casa siempre tengo que coger el autobús. Un día, iba en uno de los asientos y noté que me estaba mirando un hombre. Pensé que igual era una obsesión mía, pero no paraba de sentirme observada. Cuando tenía que bajarme en la parada, él se bajó también. Yo me fui muy despacio hacia una zona con gente. Lo miré y cuando notó que lo había pillado se fue hacia otro lado. En ese momento sentí mucho miedo, porque era invierno y era de noche.
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