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Calle Baltasar Porreño, 18:00, 6 años.



Estaba jugando una tarde con una amiga en el portal de mi casa cuando un señor pasó y se nos quedó mirando. Al rato se acercó y empezó a hacernos preguntas: cuántos años teníamos, donde vivíamos y luego empezó a preguntar sobre los vecinos que vivían allí. Yo le conté que arriba había una cámara a la que nunca subía nadie y al rato dejó de preguntarnos y nos dijo que si no habíamos visto un gatito pequeño, que se le había escapado, que lo estaba buscando y que había visto que subía escaleras arriba. Yo, que era un poco más mayor que mi amiga, le dije que no podía ser, que estábamos allí y no lo habíamos visto, pero él insistió y cogió de la mano a mi amiga para que le ayudase a buscarlo. Conforme vi que desaparecían por la escalera llamé a mi casa por el interfono y se lo conté a mi madre. Afortunadamente a ese señor no le dio tiempo a hacerle nada a mi amiga, porque mi madre dio una voz, mi amiga que estaba aterrorizada se puso a gritar y el tipo se asustó también y salió corriendo. Mi madre también pasó mucho miedo, tanto que cuando bajó a por mi todavía le temblaban las piernas.

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