Iba de vuelta a mi casa, de un micro abierto feminista, cuando cerca de la zona de donde vivía, unos hombres de 40/50 años empezaron a chillarme cosas. Me giré, aún pensando que mi madre y mi padre me dicen siempre que no conteste, y les dije que si podían tener un poco de respeto, que no hablasen así a gente que no conocen. Ellos se enfadaron y me dijeron más cosas “ofendiditos”.
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