Cuando tenía unos 10 años, un conocido de la familia empezó a acosarme. Me seguía, merodeaba por la puerta del cole y cuando me pillaba a solas me amenazaba y me exigía que esa tarde fuera al Parque Santa Ana, sola. Yo siempre le decía que sí y por supuesto, no iba. El acoso era cada vez mayor hasta que un día que estaba jugando en la calle, apareció. Como estaba sola salí corriendo y me metí en un portal. Él me siguió y forcejeó conmigo. Lo que quería estaba claro. Por suerte un vecino, que era el padre de unas amigas, salió y me ayudó. Fue entonces cuando mis padres se enteraron, porque yo no les había contado nada. Después de esto lo he visto en Cuenca mil veces y el h... de la gran p... encima se sonreía.
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