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Calle Diego Jímenez, 20:00, 20 años.



Era una tarde de vaquillas y volvía sola a casa cuando empecé a escuchar pasos detrás de mi. No le di importancia porque pensé que sería algún vecino que iba al mismo sitio que yo; es más, ni siquiera me molesté en mirar quién era porque no podía imaginar que alguien pudiese seguirme. El caso es que llegando ya a mi portal paré para sacar las llaves y antes de darme la vuelta un hombre me agarró del culo y me dijo algo, no recuerdo el qué exactamente. Yo me volví y le di un empujón porque vi que se me echaba encima y en ese breve instante en el que perdió el equilibrio me dio tiempo a llamar al timbre como una loca. El hombre al ver que contestaban se achantó y se fue corriendo. Todo quedó en un susto pero desde entonces cada vez que voy sola por la calle no puedo evitar mirar hacia atrás para ver si me siguen.

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