Me salió un hombre en el camino que va a la Fuente del Oro, lo que antiguamente era el Camino del Serranía. Me dijo que le diese el dinero, yo llevaba ese día el dinero justo para esa tarde emborracharme, para un calimocho y ya está. Y le dije: ¡Ay! No, no, no. Que solo llevo esto. Le di solo una parte y como vio que era poco, me dijo: Pues vente aquí. Y me quiso meter a la parte de dentro, donde hay un descampado. Entonces le dije: ¡Ay! No, no, no, no, no, no. Y en ese momento pasaron dos chicas que me saludaron y eso me salvó, porque él se fue. Se metió para adentro y yo pude salir de ahí.
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